Este pájaro toca el contrabajo, además es compositor y un montón de cosas más.

Es un perico que cuenta con fieles muy fieles que toman su música como dogma de fe y a los que nadie puede decirles que eso que están escuchando es una castaña infumable. Si lo haces puedes ser amenazado o amenazada con las más terribles maldiciones del siglo XIII, que penderán sobre tu cabeza el resto de tu corta y penosa vida. Como nosotros nos hemos enfrentado ya con éxito a las hordas de Burzum y hemos sobrevivido, nos atrevemos a pecar contra el nuevo mesías de la vanguardia musical inglesa.

Pues aqueste señor es capaz de recrearnos con temas de más de 20 minutos en los que se escucha siempre una melodía perpetrada por un pedigüeño que un día se encontró por la calle. Imagínense ¡20 minutos en los que un menesteroso no hace más que cantar “Jesus Blood Never Failed Me Yet” una y otra vez, una y otra vez. Según avanza el tiempo, van incorporándose instrumentos que van ejecutando la misma melodía. Para romper la monotonía, al final cambia al pordiosero por un Tom Waits al que le encanta el rollo este de arrastrao de la cloaca.

Pero no es lo único, no. Este tipo es imparable. Comenzó allá por el 69 en el que presentó “The Sinking of the Titanic” donde se supone que los ejecutantes de la obra toman los sonidos del naufragio del Titanic (ignoramos en este momento de donde los sacaron) para crear música con ellos. Interesante ¿verdad?

A estas alturas este señor ha tenido que interesarles lo bastante como para saltar raudos de su cómodo sofá e ir a buscar alguna de las piezas grabadas por este insigne compositor. Sí, lo sabemos y queremos recomendarles una última muestra de su altura compositiva como es la entrañable y delicada pieza de 1997 titulada “A Man In A Room, Gambling” (Un hombre en una habitación, apostando), donde la improvisación y las música cabalga a lomos de unos monólogos que recita el español Juan Muñoz que tratan de cómo hacer trampas con las cartas (naipes) para forrarse, suponemos.

Corran, no pierdan tiempo, que se acaban.

La Excepción y el Rap Bendito

9 de febrero de 2009 |

Ya estábamos echando en falta, por estos lares, al Género por antonomasia. Lo que más chufla en políganos y cañadas, ahora también invade hogares burgueses pero menos y se acomoda junto a emuleados cds vírgenes de Amaral o Muse.
Una basura horripilante, una muestra de no talento fuera de límites, un engendro sinpar que, por mor de la televisión y el premio que le han dado al Longui ese (no vamos a entrar en las razones reales de semejante galardón a semejante persona, que esto lo leen hasta los bedeles de la SGAY), está arrasando, amigos. Pero arrasando.
En este país parece que nunca se toca fondo en el loco loco mundillo musical, no creen? O no lo suficiente. Cuando pensamos que ya no puede estar peor el patio, siempre surge algún gran artista, de culto o de insulto, con el que cerrarnos un poco más, si cabe, la valvula pilórica.
Qué nos venden estos muchachos del extrarradio madrileño, se preguntarán Vds., lectores de Ferrol o Garrucha? Pues lumpen y lástima. Un marketing trabajadísimo, como ven. Y, bueno, unas letras de quitar el sentío (ríete de Wau y los Arggggs!), mezcla entre la Banda Trapera del Río en su época más tóxica y las outtakes de Camela. Vean, si no:
Me desvivo por los mios, no ansío por los dineros, doy el callo en mi trabajo, doy la cara por tí cuantas veces hagan falta...falta y penalty el que cometen esas víboras ¿sacas la lengua? pues saco el pijo dijo la niña...¿por qué anda así mamá?calla descará, es normal no pasa ná
Emocionante, verdad? No es de extrañar, pues, que en ciertos círculos de conocedores, tengan clarísimo que el simpático voceras galardonado es el Leonard Cohen español.
Les dejo con un botón. Y, miren, mudense de la urba al arrabal, que igual les cae algo...